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San Agustín

contra la majestad de estas falsas deidades. Por lo mismo tampoco quiere que el Areópago (que es el lugar donde disputó San Pablo con los atenienses, del cual se llaman areopagitas los jueces de la misma ciudad) se haya llamado así porque Marte, que en griego se dice ares, culpado y reo de un homicidio, siendo doce los dioses que juzgaban en aquel pago, fué absuelto por seis, pues en igualdad de votos, se solía anteponer la absolución á la condenación; sino que, contra esta opinión, que es la más celebrada y admitida, procura alegar otra razón y causa de este nombre, tomada de la noticia de las ciencias más abstractas y misteriosas, para que no se crea que los atenienses llamaron al Areopago del nombre de Marte y Pago, Pago de Marte, ó sea en perjuicio y deshonor de los dioses, los cuales cree que no tienen entre sí litigios ni controversias, y dice que esta etimología de Marte no es menos fabulosa y falsa que lo que cuentan de las tres diosas, es á saber: de Juno, Minerva y Venus, quienes por conseguir la manzana de oro, se dice que delante de Paris pleitearon y debatieron sobre la excelencia de su hermosura. Estas culpas se cantan y celebran entre los aplausos del teatro, para aplacar con sus fiestas y juegos á los dioses que gustan de ellas, ya sean verdaderas, ya sean falsas. Esto no lo creyó Varrón, porno dar asenso á cosas irregulares á la naturaleza ó á las costumbres de los dioses, y, con todo, dándonos él la razón, no fabulosa, sino histórica, del nombre de Atenas, refiere en sus libros una controversia tan ruidosa como la de Neptuno y Minerva sobre cuál de ellos daría su nombre á aquella ciudad, quienes disputaron entre sí con ostentación de prodigios; y aun el mismo Apolo, consultado, no se atrevió á ser juez de aquella causa, sino que para poner fin á la pendencia de estos dioses, así como Júpiter remitió á Paris la decisión de la causa de las tres diosas ya insinuada, así