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La ciudad de Dios

mos», porque será el fin del siglo, esto es, el final y grande juicio de Dios), cuando todos los muertos que estuvieren en las sepulturas oirán su voz, saldrán y resucitarán». No, dijo aquí como en la primera resurrección, «y los que oyeren», vivirán, porque no todos vivirán, es á saber, con aquella vida, la cual, por cuanto es bienaventurada, se ha de llamar sólo vida; pues, en efecto, sin alguna vida no pudieran oir y salir de las sepulturas, resucitando la carne. Y la razón porque no vivirán todos la declara en lo que sigue: «Saldrán, dice, los que hubieren hecho buenas obras á la resurrección de la vida, éstos son los que vivirán; pero los que las hubieren hecho malas, en la resurrección del juicio estos son los que no vivirán, porque morirán con la segunda muerte, porque, en efecto, hicieron obras malas, pues vivieron mal, y vivieron mal porque en la primera resurrección de las almas que se hace al presente, no quisieron revivir, ó habiendo revivido, no perseveraron hasta el fin». Así que, como hay dos regeneraciones, de las cuales ya hemos hablado arriba, la una según la fe, que se consigue en la actualidad por el bautismo; la otra según la carne, la cual vendrá á ser en su incorrupción é inmoralidad por medio del grande y final juicio de Dios, así también hay dos resurrecciones, la una primera, la cual se hace ahora y es de las almas, que nos libra de que lleguemos á la muerte segunda, y la otra segunda, la cual no se hace ahora, sino será al fin del siglo, y tampoco es de las almas, sino de los cuerpos, la cual, por medio del juicio final, á unos destinará á la segunda muerte y á otros á la vida que no tiene muerte..

Tomo IV.
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