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La ciudad de Dios

miso del divino y justo juicio de Dios: pues como dice el Apóstol (1): «no hay injusticia en Dios»: y como añade en otro lugar (2): «incomprensibles son los juicios de Dios, é investigables sus altas disposiciones». No trataremos, pues, en este libro de aquellos primeros juicios de Dios, ni de estos medios, sino que con el favor é ilustración del Espíritu Santo, hablaremos del último juicio, cuando Cristo ha de venir del cielo á juzgar á los vivos y á los muertos. Este día propiamente se llama del juicio, porque no habrá lugar en él para la queja ó querella de los ignorantes, de que por qué el malo es feliz, y el bueno infeliz. Entonces solamente la de los buenos será tenida por verdadera y cumplida felicidad, y la de los malos por digna y suma infelicidad.



CAPÍTULO II

De la variedad de las cosas humanas, en las cuales no podemos decir que falta el juicio de Dios, aunque no lo alcance nuestro discurso.


Pero ahora no sólo aprendemos á llevar con paciencia los males, los que padecen y sufren también los buenos, sino á estimar en mucho los bienes, lo que consiguen igualmente los malos. Y así en los objetos donde no advertimos la justicia divina, se hallan documentos divinos para nuestra salud; porque ignoramos por qué juicio de Dios el que es bueno es pobre, y el que es malo rico; que éste viva alegre, de quien pensamos que (1) San Pablo, ep. á los Romanos, cap. IX.

(2) Proverb., cap. V. y San Pablo, ep. á los Romanos, capilalo II y á los Ephes. cap. III.