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San Agustín

eso dire que no es pueblo, ni que su asunto primario no es la república, entretanto que se conservare cualquiera congregación organizada y compuesta de muchas personas, unida entre sí con la comunión y concordia de las cosas que ama. Lo que he dicho de este pueblo y de esta república, entiéndase dicho y opinado de la de los Atenienses, ó de otra cualquiera de los Griegos, y lo mismo de la de los Egipcios, y de aquella primera Babilonia de los Asirios, cuando en sus Repúblicas estuvieron sus imperios grandes ó pequeños, y eso mismo de otra cualquiera de las demás naciones. Porque generalmente la Ciudad de los impíos, donde no manda Dios, y ella le obedece, de manera que no ofrezca sacrificio á otros dioses sino á él solo, y por esto, el ánimo mande con rectitud y fidelidad al cuerpo, y la razón á los vicios, carece de verdadera justicia.



CAPÍTULO XXV

Que no puede haber verdadera virtud donde no hay verdadera religión.


Por más loablemente que parezca que manda el alma al cuerpo, y la razón á los vicios, si el alma y la misma razón no sirve & Dios, así como lo ordenó el Señor debían servirle, de ningún modo manda ni dirige bien al cuerpo y á los vicios. ¿De qué cuerpo y de qué vicios puede ser señora el alma que no conoce al verdadero Dios, ni está sujeta á sus altas disposiciones, sino rendida, para ser corrompida y profanada por los víciosísimos demonios? Por lo cual las virtudes que le parece tener, por las cuales manda al cuerpo y á los vicios, para alcanzar alguna cosa, si no las refiere á Dios,