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La ciudad de Dios

monios, así cuando elogian como cuando baldonan á Cristo. Pero como su dios y su diosa discordan entre sí sobre Cristo, el uno vituperándole y la otra ensalzándole, cuando blasfeman de los cristianos no les deben creer los hombres si los hombres son rectos y sienten. Cuando Porfirio ó Hecate, alabando á Cristo, dice que él mismo dió fatalmente á los cristianos motivo para que se implicasen en error, descubre y manifiesta las causas, según él imagina, del mismo error; las cuales antes que, conforme á sus palabras, las declare, pregunto si dió Cristo fatalmente á los cristianos causa para enredarse é implicarse en error ó si la dió con au voluntad. En este caso, ¿cómo es justo? Y en aquél, ¿cómo es bienaventurado? Pero veamos ya las causas que da del error. Hay, dice, unos espíritus terrenos, mínimos en la tierra, sujetos á la potestad.de malos demonios. A estos tales, los sabios de los he breos, entre los cuales fué uno este Jesús, como lo has oído de boca del oráculo divino de Apolo, que referí arriba, á estos demonios pésimos y espíritus menores, prohibían los sabios de los hebreos que acudiesen los hombres temerosos de Dios, y les vedaban ocuparse en su servicio, prefiriendo que venerasen á los dioses celestiales y mucho más á Dios Padre. Y esto mismo, dice, lo ordenan los dioses, y arriba lo manifestamos, como nos advierten que tengamos cuenta con Dios, y mandan que siempre le reverenciemos.

Pero losignorantes é impios, á quienes verdaderamente no concedió el hado que alcanzasen de los dioses sus dones, ni que tuviesen noticia del inmortal Júpiter, sin querer atender ni á los dioses ni á los hombres divinos, dieron de mano á todos los dioses, y á los demonios prohibidos no sólo no los quisieron aborrecer, sino que los veneraron y adoraron. Fingiendo que adoran á Dios, dejan de hacer precisamente las operaciones por las