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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XXIII

Las respuestas que refire Porfirio dieron de Cristo los oráculos de los dioses.


Porque en los libros que llama teologías filosóficas, en los cuales examina y refiere las divinas respuestas en las materias tocantes á la filosofía (y empleo aus mismas palabras traducidas del griego al latín), dice que, preguntándole uno de qué dios se valdría para poder desviar á su mujer de la religión de los cristianos, respondió Apolo con unos versos que comprenden estas palabras, como si fueran de Apolo: «Antes podrás escribir en el agua, o aventando las ligeras plumas, como una ave, volar por el aire, que separes de su propósito á tu impía mujer, ya que una vez se ha profanado. Déjala, como apetece, perseverar en sus vanos engaños, y celebre con inútiles lamentaciones á su dios muerto, é quien, bajo la conducta de jueces rectos y celosos de la justicia, quitó la vida á los golpes del hierro una muerte, entre las públicas, la más afrentosa». Después, á consecuencia de estos versos de Apolo, que sin observar el metro se han traducido, añade él: «En esto sin duda declaró la irremediable sentencia de los cristianos, al decir que los judíos conocen más á Dios que ellos». Ved aquí cómo, rebajando á Cristo, antepuso los judíos á los cristianos, confesando que los judíos conocen á Dios: porque así explicó los versos de Apolo, donde dice que fué muerto Cristo por jueces rectos y celosos de la justicia, como si, juzgando los judíos rectamente, le hubieran condenado con justo motivo. Sea lo que fuere de este oráculo falso, lo que el mentiroso sacerdote de Apolo de Cristo, y lo que Porfirio creyó, ó quizá lo que éste mismo fingió haber dicho el sacerdo

Tomo IV.
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