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San Agustín

en aquella paz ordenada con que los hombres están subordinados unos á otros, así como aprovecha la humildad á los que sirven, así daña la soberbia á los que mandan y señorean. Pero ninguno en aquella naturaleza en que primero erió Dios al hombre es siervo del hombre ó del pecado. Y aun la servidumbre penal que introdujo el pecado está trazada y ordenada con tal ley, que manda que se conserve el orden natural y prohibe que se perturbe, porque si no se hubiera traspasado aquella ley no habría que reprimir y refrenar con la servidumbre penal. Por lo que el Apóstol (1) aconseja á los siervos y esclavos que estén obedientes y sujetos á sus señores y los sirvan de corazón con buena voluntadpara que, si no pudieren hacerlos libres los señores, ellos en algún modo hagan libre su servidumbre, sirviendo, no con temor cauteloso, sino con amor fiel (2), «hasta que pase esta iniquidad y calamidad y se reforme y deshaga todo el mando y potestad de los hombres, viniendo á ser Dios todo en todas las cosas».



CAPÍTULO XVI

De cómo debe ser justo y benigno el mando y gobierno de los señores.


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Aunque tuvieron siervos y esclavos los justos, nuestros predecesores de tal modo gobernaban la paz de su casa, que por lo respectivo á estos bienes temporales diferenciaban la fortuna y hacienda sus hijos de (1) (2) v. 24 San Pablo, ep. & los Ephesios, cap. VI.

Salmo 56 y San Pablo, I ep. á.los Corintios, cap. XV,