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San Agustín

cultad de poder hacer que no padezcan los hombres, en quienes se hallan, ninguna miseria: mediante á que no son mentirosas las verdaderas virtudes, para que profesen esta virtud, sino que procaran que la vida humana, la cual es indispensable que con tantos y tan graves males como hay en el siglo sea misera, con la esperanza del futuro siglo sea bienaventurada, así como también espera ser salva. Porque ¿cómo es bienaventurada la que no está aun salva? Por lo mismo el apóstol San Pablo no habla de los hombres impacientes, imprudentes, destemplados, malos é injustos, sino de los que viven según la verdadera piedad y religión, y de los que por esta razón, las virtudes que tienen las poseen verdaderas, cuando dice (1): «que nuestra salvación ha sido en expectativa, y la esperanza que se ve no es esperanza, porque lo que uno vee y lo posee, ¿cómo lo espera? Y si esperamos lo que no vemos, con la paciencia aguardamos el cumplimiento de nuestra salvación»». Luego así como nos salvaron, ó hicieron salvos, asegurándonos con la esperanza, así con la misma es peranza nos hicieron bienaventurados; y así como no tenemos en la vida presente la salvación, tampoco tenemos la bienaventuranza, sino que la esperamos en la vida futura, y esto por medio de la virtud de la paciencia, porque aquí vivimos todos entre males y trabajos, los cuales debemos sufrir con conformidad y resignación, hasta que lleguemos á la posesión de aquellos sumos bienes donde todas las cosas serán de tal manera, que nos den contento é inefable deleite, y no habrá ya más que debamos sufrir. Esta salud que se disfrutará en el siglo futuro será también la final bien(1)San Pablo, ep. á los Romanos, cap. VII. ¿Spe salvi facti sumus, spes autem que videtur, non ost sper, quod enim quis videt, quid aperat? Si autem quod non videmus, speramus per patientiam spectamus,