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San Agustín

constancia de los sucesos? Porque ¿qué dolor contrario .al deleite, qué inquietud contraria á la quietud no puede suceder en el cuerpo de un sabio? La falta, defección ú opresión de los miembros, á lo menos disminuye la integridad al hombre, la fealdad le aja la hermosura, la flaqueza le disipa la salud, el cansancio las fuerzas, las pesadumbres la agilidad. Qué infortunio de estos hay que no pueda hacer presa en la carne del sabio? El estado del cuerpo y también el movimiento, cuanto más decentes y congruentes, son, se cuentan entre los principios de la naturaleza; pero ¿qué sucederá si alguna mala disposición hace temblar los miembros con extrañas convulsiones, y si el espinazo se encorva, de forma que obligue al hombre á poner las manos en el suelo, haciéndole andar en cuatro pies? ¿Acaso no estragará todo el decoro y hermosura del estado y movimiento del cuerpo? ¿Qué diremos de los bienes primogéneos, que laman del alma, donde ponen dos principios, para comprender y percibir la verdad, el sentido y el entendimiento? ¿Cuán inútil no quedará el sentido, si llega á ser el hombre sordo y ciego? ¿Dónde irá la razón y la inteligencia, dónde la sepultarán si acaece que con alguna enfermedad se vuelve demente?

Cuando los frenéticos hacen ó dicen desatinos y disparates, por la mayor parte ajenos de su buena intención y loables costumbres, ó, por mejor decir, contrarios del todo á su buen propósito y costumbres, si dignamente los consideramos, apenas podemos contener las lágrimas. ¿Qué diré de los espirituados y endemoniados? ¿Dónde tienen escondido ó sojuzgado su entendimiento cuando el espíritu maligno usa á su albedrío de su alma y de su cuerpo? ¿Quién piensa que tal desastre no le puede suceder al sabío en esta vida?

Tan defectuoso es lo que, se puede percibir de verdad en esta carne mortal, que según leemos en el libro de