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San Agustín

ya vivan en casa, como la mujer y los hijos, y todos los domésticos, ó en el lugar donde tiene su casa, como es la ciudad, y son los que se llaman vecinos y cindadanos, ó en todo el orbe, como son las gentes y naciones, que forman la sociedad humana, ó en el mundo que se entiende por el cielo y por la tierra, defendiendo estos platónicos, que los dioses, á quienes nosotros familiarmente llamamos ángeles, son amigos del hombre sabio. También sostienen que de ningún modo debe dudarse de los fines de los bienes, ni tampoco de los fines de los males; y dicen que esta es la diferencia que hay entre ellos y los nuevos Académicos, y que nada les interesa que filosofe y raciocine cada uno en orden á estos fines que tienen por verdaderos, en traje cínico ó en otro cualquiera hábito ú opinión. Entre los tres géneros de vida, ocioso, negocioso y el compuesto de uno y otro, dicen que les agrada el tercero. Esto es lo que opinaron y enseñaron los antiguos Académicos, según lo afirma Varrón siguiendo á Antíoco, maestro de Ciceron y suyo, de quien intenta probar Cicerón que en muchas doctrinas parece más estoico que antiguo Académico. Pero á nosotros, que estamos más obligados á juzgar exactamente de estas materias, que á saber por grande arcano qué es lo que cada uno opinó acerca de ellas, ¿qué nos interesa su discusión?

CAPÍTULO IV ¿Qué opinan los cristianos del sumo bien y del sumo mal?

Si nos preguntaren, pues, qué es lo que responde á cada cosa de éstas la Ciudad de Dios, y primeramente qué es lo que opina de los fines últimos de los bienes