Página:La ciudad de Dios - Tomo IV.pdf/130

Esta página no ha sido corregida
128
San Agustín

dos cosas, cuerpo y alma, y que de éstas dos, no duda que el alma es mejor y mucho más excelente; pero opina que se debe indagar si sólo el alma constituye hombre, de forma que el cuerpo le sirva como el caballo at caballero, porque el caballero no es hombre y caballo, sino solamente hombre; pero se dice caballero, porque en cierto modo tiene alguna relación con el caballo; ó si es el cuerpo lo que constituye el hombre, que relacionándose con el alma, como el bebedero ó vaso donde se bebe, con la bebida, porque de la taza y la bebida que contiene la taza no se dice juntamente poculo ó bebedero, sino sólo de la taza, por ser acomodada para tener la bebida, ó si ni el alma sola, ní solamente el cuerpo, sino juntamente lo uno y lo otro, forman el hombre, siendo sólo parte el alma ó el cuerpo, y constando todo él de ambas entidades para que sea hombre, como á dos caballos uncidos llamamos bigas ó yunta de dos caballos, de los cuales el uno, ya esté á la diestra ó á la siniestra, es parte de la yunta ó yugada, y á ninguno de ellos, esté donde esté respecto del otro, no le llamamos yunta ó yugada, sino á ambos juntos. De estas tres cosas escoge la tercera, y dice que el hombre ni es el alma sola, ni sólo el cuerpo, sino juntamente el alma y el cuerpo; por lo cual añade que el sumo bien del hombre con que viene á ser bienaventurado, consta de los bienes del alma y del cuerpo. Opina, pues, que los principios de la naturaleza se deben apetecer por sí mismos, y la virtud, que la doctrina y educación nos enseña como arte de vivir, es, entre los bienes del alma, singular y apreciable bien. Por lo cual, la misma virtud, esto es, el arte de vivir, luego que ha recibido los principios de la naturaleza, que existían sin ella, aunque les faltaba la doctrina, todas las cosas las apetece por amor de sí misma, y juntamente también á sí misma, y de todas juntas y de sí misma usa á fin de delei-