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San Agustín

secta filosófica. Cuando, pues, se pregunta de la vida común y social, si debe tenerla el sabio de forma que el sumo bien con que se hace el hombre bienaventurado le quiera y procure para su amigo como para sí propio, ó si todo lo que hace lo hace sólo por causa de su bienaventuranza, no se trata del sumo bien, sino se trata de tomaró no tomar compañía para la participación de este bien, no por sí mismo, sino por la misma compañía, por complacerse del bien del compañero como de un bien propio. Y asimismo, cuando se pregunta sobre los nuevos Académicos, que lo tienen todo por incierto, si deben te —nerse por inciertas las materias en que se debe filosofar, ó como han querido otros filósofos, ai las debemos tener por ciertas, no se pregunta qué es lo que se debe perseguir para el fin del sumo bien, sino sobre la verdad del mismo bien, que parece debe perseguirse, si se debe dudar si es bien ó no es bien, esto es, por decirlo más claro, si se debe adoptar, de manera que el que lo sigue diga que es verdadero, aunque acaso sea falso,.com tal que el uno y el otro sigan un mismo bien. Tampoco en la diferencia que nace del bábito y costumbres de los cínicos se pregunta cuál sea el fin del bien, sino si en aquel bábito y costumbres debe vivir el que sigue el verdadero bien, cualquiera que le parezca verdadero y que debe seguirse. Por último, hubo algunos que, aunque siguieron diferentes bienes finales, unos la virtud, otros el deleite, usaron un mismo hábito y un mismo instituto, por lo que se llamaron cínicos, y esta diferencia de los cínicos con los demás filósofos no importaba ni valía para elegir y conseguir el bien, con el cual se hiciesen bienaventurados; porque si interesara de algún modo para el presente asunto, sin duda que el mismo hábito nos obligara á seguir el mismo fin, y otro diferente no nos dejara adoptar el mismo fin..