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La ciudad de Dios

en el alma, como las perfecciones que se descubren grandes ó pequeñas en los ingenios de los hombres.

Estas cuatro cualidades, el deleite, la quietud, ambas juntas, y los principios de la naturaleza de tal manera se hallan en nosotros, que la virtud, la cual después ingiere y planta en nosotros la doctrina, ó debe apetecerse por estas cosas, ó estas por la virtud, ó lo uno y lo otro por sí mismo, y, por consiguiente, nacen ya de aquí doce sectas; porque de esta conformidad cada una se multiplica tres veces, lo cual, puesto por ejemplo en uno, no será difícil hallarlo en los demás. Según el deJeite del cuerpo se sujete, ó se aventaje, ó se una á la virtud del aima, constituye tres diferencias de sectas.

Sujétase á la virtud, cuando se toma para el uso de la misma virtud, porque al oficio respectivo de ella pertenece el vivir para la patria y el engendrar hijos por amor á la patria, y ni lo uno ni lo otro puede hacerse sin el deleite corporal; pues sin él ni se come ni se bebe para vivir, ni se engendra para propagar la especie.

Cuando supera á la virtud, el deleite se apetece por si mismo, y la virtud parece que debe tomarse por el de leite, esto es, que no practique gestión alguna la virtud, sino para conseguir ó conservar el deleite del cuerpo, que es una vida sin duda torpe y deforme, porque, en efecto, la virtud viene á servir al deleite como á su señor, y en tal caso no debe llamarse virtud. Esta abominable torpeza no dejó de tener algunos filósofos por patronos y defensores. Júntase el deleite á la virtud cuando no se apetecen el uno por el otro, sino que ambas cualidades se apetecen por sí mismas. De igual modo que el deleite, según esté sujeto, ó aventajado, ó unido á la virtud, constituye tres sectas, así también las originan la quietud, ó esto y el deleite, ó los princicipios de la naturaleza; pues conforme á la variedad de las opiniones humanas, á veces se sujetan á la virtud,