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San Agustín

mágica. Tal es el dios que tienen los que no tienen ni confiesan á Cristo.



CAPÍTULO LIV

De cómo absurdamente mintieron los paganos al fingir que la religión cristiana no habia de permanecer ni pasar de 885 años.


Estas y otras particularidades semejantes aglomerara aquí, si no hubiera ya pasado el año que prometió el fingido oráculo, y el que creyó la ilusa vanidad de los — idólatras; pero como después que se instituyó y fundó el culto y reverencia de Cristo por su propia persona y presencia corporal, y por los Apóstoles, han transcu rrido ya algunos años desde que se cumplieron los 365, ¡qué otro argumento buscamos para convencer esta falsedad? Aunque no pongamos ni fijemos el principio de este grande asunto en la Natividad de Cristo, porque siendo niño y púbere no tuvo discípulos; con todo: cuando comenzó á tenerlos, sin duda se empezó á manifestar por su corporal presencia la doctrina y religión cristiana, esto es, después que el Bautista le bautizó en el Jordán. Por eso precedió aquella profecía, dominabitur á mari usque ad mare, et á flumine usque ad terminos orbis terræ, «dominará y señoreará todo lo que hay de mar á mar, desde el río hasta los últimos términos del orbe de la tierra». Mas como antes que padeciese y resucitase de entre los muertos la fe, esto es, el verdadero conocimiento de Dios, aun no se había dado á todos, porque acabó de darse en la resurrección de Cristo, mediante á que así lo dice el apóstol San Pablo hablando con los atenienses: jam nunc annuntiat homi-