Página:La ciudad de Dios - Tomo IV.pdf/115

Esta página no ha sido corregida
113
La ciudad de Dios

cen que Pedro hizo con sus hechizos que fuese adorado el nombre de Cristo por 365 años, y que acabado el número de estos, sin otra dilación dejarían de adorarle.

¡Oh juicios de hombres doctos, ingenios de gente cuerda y literaria, dignos sois de creer de Cristo lo que no queréis creer contra Cristo, que su discípulo Pedro no aprendió de su divino Maestro las artes mágicas, sino que, siendo éste inocente, su discípulo fué hechicero y mágico, y que con estas sus artes é invenciones, á costa de grandes trabajos y peligros que padeció, y, al fin, con derramar su sangre, más quiso que adorasen las gentes el nombre de Cristo que el suyo propiol Si Pedro, siendo hechicero y malhechor, hizo que el mundo amase así á Cristo, ¿qué hizo Cristo, siendo inocente, para que con tanto cariño le amase Pedro? Ellos mismos, pues, se responden á sí propios, y, si pueden, acaben de entender que aquella divina gracia fué la que hizo que, por causa de la vida eterna, amase el mundo á Cristo, la que hizo que por alcanzar de Cristo la vida eterna le amase Pedro hasta dar por él la vida temporal.

Además, estos dioses ¿quiénes son que pudieron adivinar estas cosas y no las pudieron estorbar, rindiéndose así á un solo hechicero y á un solo hechizo, en el que dicen fué muerto despedazado, y con sacrílega ceremonia sepultado, un niño de un año; que permitieron se extendiese y creciese tanto tiempo una secta tan contraria suya; que venciese, no resistiendo, sino sufriendo y padeciendo tan horrendas crueldades de tantas y tan grandes persecuciones, y que llegase á arruinar y destruir sus ídolos, templos, ceremonias y oráculos? Y, finalmente, ¿qué dios es éste, no nuestro, sino de ellos, á quien con una acción tan fea pudo Pedro, ó atraer le ó compelerle á que viniese á hacer todo esto? Porque no era algún demonio, sino dios, según dicen aquellos versos, á quien ordenó este mandato Pedro con su arte TOMO IV.

B