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La ciudad de Dios

malicia? Pues hasta en los autores profanos se halla esta diferencia de palabras, porque Cicerón, famoso orador, dijo: «desso, padres conscriptos, ser clemente»: habiendo puesto este verbo cupio en bien, ¿quién hay tampoco erudito que no diga que mejor debía decir volo que cupio? Y en Terencio, un mancebo distraído, llevado de un furioso y deshonesto apetito, dice: «no quiero otra cosa sino á Filomena»: y que esta voluntad era deshonesta, bastantemente lo manifiesta la respuesta que alli da un criado anciano, porque dice á su amo: «¿cuánto mejor te sería procurar arbitrar un medio para desechar ese temor de tu corazón, que hablar expresiones con que en vano vayas encendiendo más y más el voraz fuego de tu apetito?» Y que lo que es gaudium ó gozo lo hayan también descrito en mal sentido, lo manifiesta aquel verso de Virgilio, donde con auma brevedad comprendió estas cuatro perturbaciones: «de este terreno peso les proviene dolerse, desear, temer, gozarse» (1). Dijo también el miamo poeta: «los malos gozos del alma por los ilícitos placeres» (2). Y así los buenos y los malos quieren, se guardan, temen y gozan; y por decir lo mismo con otras palabras, los buenos y los malos desean, temen y se alegran; pero los unos bien y los otros mal, según que es buena ó mala la voluntad de los hombres. Y aun la tristeza, en cuyo lugar dicen los estoicos que no se puede hallar cosa alguna en el ánimo del sabio, se halla usada en buena parte, y principalmente entre los nuestros; porque el apóstol elogía á los corintios de que se hubiesen entristecido según Dios. Pero dirá alguno acaso que el apóstol les dió (1) Virgilio, lib. VI. Eneida: Hinc metuunt, cupiunt que, dolent, gaudentque.

(2) Virgilio, lib. VI. Eneida: Mala mentis gaudia.

TOMO III, 8