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La ciudad de Dios

gustar de manjar más sólido. Así que en él es en quien estaban depositadas y guardadas las promesas de Judaa; y hasta que llegó el tiempo en que se habían de cumplir, nunca faltaron de aquel tronco y linaje príncipes, esto es, reyes de Israel, y él es la expectativa de las gentes, lo cual más fácilmente puede verse por los ojos que declararlo con palabras.



CAPÍTULO XLII

De los hijos de Joseph, á quien bendijo Jacob oruzando pro.


féticamente sue manos.

Y así como los dos hijos de Isaac, Esaú y Jacob, nos figuraron dos pueblos, en los judíos y en los cristianos, aunque por lo respectivo á la propagación de la carne, ni los judíos descendieron de Esaú, sino los idumeos, ni la nación cristiana descendió de Jacob, sino los judíos; pues para este efecto solamente valió la figura, en cuanto dice la Escritura que el mayor servirá al menor; así sucedió también en los dos hijos de Joseph, en atención á que el mayor fué figura de los judíos, y el menor de los cristianos: á quienes, bendiciéndolos Jacob, puso su mano derecha sobre el menor que tenía á Bu siniestra, y la izquierda sobre el mayor que tenía á la diestra. Pareciéndole pesada y contraria al destino esta acción de Jacob á Joseph, advirtió á su padre, como corrigiendo su error y manifestándole cuál de ellos era el mayor: sin embargo, Jacob no quiso mudar las manos, sino dijo (1): «bien lo sé, hijo, bien lo sé, y (1) Salmo 21, Scio flli, acio; et hic erit in populum, et hic exaltabitur, sed frater ejus junior major illo erit, et semen ejus erit in multitudinem gentium.