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La ciudad de Dios

tumbres y del último fin de los bienes que deben desearse y de los males que se deben huir, no por eso ignora que recibimos de un solo Dios verdadero y todo poderoso la naturaleza con que nos formó á su imagen y semejanza, la doctrina inconcusa con que podamos conocerle y á nosotros mismos, y la gracia con que, uniéndonos con él, seamos bienaventurados. Así que esta es la causa por que anteponemos estos filósofos á los demás: porque habiendo éstos consumido su ingenio é intermisible estudio en la inquisición de las causas naturales y en saber el método de aprender y de vivir, aquéllos, con sólo conocer á Dios hallaron y descubrieron la causa de la creación del mundo y la verdadera luz para percibir la verdad, y la verdadera fuente para beber en sus cristalinas aguas la felicidad: en esta suposición, ya sean éstos los platónicos, ó cualesquiera otros filósofos, de cualquiera nación que sean, los que sientén así de Dios opinan del mismo modo que nosotros. No obstante, tuvimos por conveniente tratar esta controversia más con los platónicos que con otros, porque su erudición y sabiduría es más conocida y aplaudida: pues aun en los griegos, cuyo idioma es más excelente y el que más florece entre los gentiles, la celebraron mucho, y asimismo los latinos, excitados ó de su excelencia ó de su gloria, se entregaron á ella con más gusto y voluntad, y traduciéndola en su lengua nativa, la han ido ilustrando y ennobleciendo más.



CAPÍTULO XI

De dónde pudo Platón alcanzar aquella noticia con que tanto se acercó á la doctrina cristiana.


Admiranse algunos de los que se han unido á nuestra sociedad por la gracia de Jesucristo, cuando oyen ó leen