como á Dios, ni se le manifestaron agradecidos, antes sí se envanecieron siguiendo la vanidad de sus imaginaciones y discursos, quedando su necio corazón obscurecido y anegado en las tinieblas de su arrogancia; porque en aquello mismo que se gloriaban de sabios y literatos, se hicieron estólidos é ignorantes, dando en una ceguedad tan grave en el punto más importante, que profanaron la majestad de Dios inmortal con la fingida imagen del hombre, mortal, y no sólo con la imagen del hombre, sino con la de las aves, bestias y repti lea.» En cuya expresión sin duda entendió á loa romanos, griegos y egipcios que se gloriaban de sabios, cuyo punto trataremos después con ellos mismos; pero en cuanto concuerdan con nosotros en la confesión de un sólo Dios, autor y criador de este mundo, quien no sólo sobre todos los cuerpos es incorpóreo, sino también sobre todas las almas es incorruptible, principio nuestro, luz nuestra, bien nuestro: en cuanto á este asunto, preferimos estos filósofos á todos los demás.
CAPÍTULO X
go; racional ó lógica donde se enseña demostrativamente el criterio de la verdad y el método de discurrir y raciocinar, y moral ó éthica, donde se trata de las cos-