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La ciudad de Dios

CAPÍTULO III

De la doctrina de Sócrates.


73 Escriben algunos que Sócrates fuá el primero que acomodó y dirigió toda la filosofía al loable objeto de corregir y arreglar las costumbres, habiendo empleado sus penosas tareas literarias los filósofos que le precedieron precisamente en el estudio y contemplación de las cosas físicas, esto es, naturales, dejando á un lado la de las morales, tan interesantes como necesarias al bien de la sociedad; pero soy de dictamen puede averiguarse con toda exactitud que Sócrates acaso adaptó este medio por estar íntimamente penetrado y enfadado de la obscuridad é incercidumbre de las cosas, y por este motivo se aplicó con la mayor intensión á escrutar algún objeto claro y cierto que fuese necesario para la consecución de la vida eterna y feliz, por la cual solamente parece que se desveló y trabajó con más industria que todos los filósofos, ó, como algunos sospechan, sintiendo benignamente acerca de sus deseos, no quería que los ánimos contaminados con los apetitos y des.

órdenes terrenos presumiesen extenderse á las cosas divinas, pues advertía que andaban solícitos inquiriendo las causas de las cosas, las cuales, siendo las primeras y las principales, entendían que no estaban ó dependían sino de la voluntad de un sólo Dios verdadero: y asi le parecía que no se podían comprender sino con ánimo puro y sencillo, y que por eso se debía trabajar en purificar la vida con buenas costumbres, para que, descargado y libre el ánimo de los apetitos que le oprimían con su vigor natural, se elevase á la contemplaeión de las cosas eternas, y con la limpieza y pureza de la inteligencia pudiese ver la naturaleza de la luz incor.