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San Agustín

que, ó solamente los aflijan, ó también los sujeten y engañen: y cuán pernicioso y ajeno del culto del verdadero Dios pareció lo que se contenía en aquellos libros, se puede inferir de la providencia del Senado, que más quiso quemar lo que Pompilio había escondido que temer lo que temió él mismo, que no pudo atreverse ápracticar una accion tan generosa. El que no desea tener en la vida futura vida feliz, ni en la presente una verdaderamente piadosa y religiosa con tales misterios, busque la muerte eterna; pero el que no quiere tener sociedad y comunicación con los malignos demonios, no tema la perniciosa superstición con que son adorados, sino reconozca la verdadera religión con que se descubren y vencen.