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San Agustín

CAPÍTULO XXXIV

De los libros de Numa Pompilio, los cuales mandó quemar el Senado, porque no se publicasen las causas que en ellos se contenian de los saoramentos.


Con todo, por el contrario, descubrimos (como el ´mismo docto autor lo escribe citando los libros de Numa Pompilio) que no se pudieron tolerar de ningún modo las causas que allí se dan de los misterios de sua dioses, y no sólo las tuvieron por dignas de que, leyéndolas, viniesen á noticia de personas religiosas, pero ni aun quisieron que escritas se guardasen en el archivo de las tinieblas: por lo mismo quiero ya decir lo que prometí explicar en su propio lugar en el libro III de esta obra, y según refiere el mismo Varrón en el libro del culto de los dioses: «Cierto hombre, llamado Terencio, poseía una heredad en el Janículo, y un quintero suyo andando arando con sus bueyes junto á la sepultura de Numa Pampilio, extrajo con el arado, debajo de la tierra, seis libros donde estaban escritas las causas de los sacramentos que había instituído este monarca; y trayéndolos á la ciudad los entregó al Pretor, el cual, leyendo los títulos, pareciéndole asunto de importancia, los remitió al Senado; donde habiéndose leído algunas causas principales por que cada rito se había establecido en la religión, el Senado siguió el parecer del muerto Numa, y, como buenos religiosos, los padres conscriptos decretaron que el Pretor mandase quemar aquellos libros.» Crea cada uno lo que él imagina, ó, por mejor decir, cualquier famoso defensor de tan grande impiedad diga lo que le impele á decir su furiosa obstinación. Á mí me es bastante advertir que las causas de los sacramentos que escribió el rey Pompilio,