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La ciudad de Dios

y en la inferior tiene á su mujer Proserpina. ¿Acaso no es un medio extraordinario y ridículo el que usa para reducir los dioses al cielo y las diosas á la tierra? ¿Qué tiene este discurso de sólido, qué de constante, qué de cordura, qué de resolución y certeza? En efecto: la Tellus ó tierra es el principio y origen de las diosas, es á saber, la gran Madre con quien anda la turba de los espiritus abominables y torpes, los afeminados, bardages castrados, los que se cortan y laceran los miembros, los que andan saltando y brincando alrededor de ella como dementes y atolondrados. ¿A qué viene decir que es cabeza de los dioses Jano, y cabeza de las diosas la Tierra, si ni alla constituye una cabeza el error, ni acá la hace sana y cuerda el furor? ¿Para qué procuran en vano reducir estas supuestas cualidades al mundo, como si se pudiera adorar al mundo por verdadero dios, ó á la criatura por criador? Si una verdad manifiesta, demostrable 3 evidente los deja plenamente convencidos de que nada pueden sobre este punto; esto supuesto, refieran solamente tales patrañas á los hombres muertos y á los malvados demonios, y no habrá más que litigar.

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CAPÍTULO XXIX

Que todo lo que los fisiólogos y filósofos naturales refirieron al mundo y á sus partes, lo debían referir á un solo Dios verdadero.


Porque todo cuanto estos escritores insinúan de tales deidades, como fundados en razones físicas y naturales, lo refieren al mundo; seguramente que sin escrúpulo de sentir sacrilegamente lo podemos atribuir con