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San Agustín

bres no los tienen por dioses, antes por el contrario (lo que es más lamentable) los sujetan con admirable y miserable error á estos que no son dioses y son menos que ellos, reverenciándolos y tributándolos culto. Por lo menos el mismo Varrón, en el citado libro de los dioses escogidos, dice: «que hay tres grados ó clases de alma en cualquiera naturaleza, y generalmente en toda ella. El uno que pasa y discurre por todas las partes corporales que viven y no tienen sentido, sino solamente potencia ó vigor para vivir, y supone que esta virtud en nuestro cuerpo se comunica y esparce por los huesos, uñas y cabellos, así como en el mundo los árboles se substentan y crecen, y en cierto modo viven. Llama segundo grado del alma aquel en que hay sentido, asegurando que esta virtud se comunica á los ojos, orejas, narices, boca y tacto. El tercer grado del alma dice que es el sumo y supremo que se llama ánimo, en el cual preside la inteligencia, de la cual, á excepción del hombre, carecen todos los mortales: y por cuanto por lo respectivo á esta inteligencia parecen los hombres semejantes á Dios, esta parte del alma en el mundo dice que se llama dios, y en nosotros genio. A este modo, poniendo también tres grados en el alma del mundo, una parte de ella dice que son las piedras y los árboles, y esta tierra que vemos, á la cual no se le comunica el sentido, otra parte dice que es su sentido como la parte etérea: la tercera parte dice que es asimismo su alma, es, á saber, la que se comunica á las estrellas; y ésta dice que igualmente hace dioses, y que por ella lo que penetra y discurre por la tierra es la diosa Tellus, y lo que allí discurre por el mar y el Océano es el dios Neptuno. Vuelva, pues, de esta que piensa ser teología natural, donde, como para tomar algún descanso y aliento, cansado y fatigado de tantos circuitos y rodeos, se había acogido y divertido. Vuelva, digo, vuelva á la