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La ciudad de Dios

que se pueda persuadir tan extraña ilusión? ¿Por qué os las designaron como diosas, sino porque proveyó la providencia de aquellos sabios, vuestros predecesores, no que os gobernasen más número de dioses, sino que os poseyeran más demonios, que son los que gustan de estas ficciones y vanidades lisonjeras? ¿Y por qué,. pregunto, Salacia, según esta exposición, perdió la parte inferior del mar, donde estaba sujeta a su marido? ¿Por qué diciendo ahora que es la onda que va y viene, me la venis á colocar en la superficie? ¿Es por ventura porque su esposo se enamoró de Venilia, y enojada ella le arrojó y desposeyó de la parte superior del mar? Extraña preocupación sin duda!



CAPÍTULO XXIII

De la tierra, la cual confirma Varrón que es diosa, porque el ánima del mundo que él sostiene que es Dios, discurre tam.


bién por esta infima parte de su cuerpo, y le comunica su virtud divina.

Una es sin duda la tierra, la cual vemos poblada de animales distintos entre sí: pero ésta, que es un cuerpo grandioso entre los elementos y la ínfima parte del mundo, pregunto: ¿por qué motivo quieren que sea diosa? ¿Es acaso porque es fecunda? Y conforme á esta razón, ¿por qué causa no serán con mejor título dioses los hombres, que labrándola y cultivándola la hacen más frugal y fecunda, digo cuando la aran, y no cuando la adoran? «La parte del alma del mundo, dicen, que discurre por ella, la hace Diosa»: como si no estuviera más ciertamente el alma en los hombres, la cual, en si reside en éstos no hay cuestión; y, con todo, á los hom-