Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/44

Esta página no ha sido corregida
42
San Agustín

CAPÍTULO XXII

De Neptuno, Salacia y Venilia.


Supuesto que, en efecto, tenía ya Neptuno por socia en el poder á su mujer Salacia, la cual dijeron era el agua de la parte más ínfima ó profundo del mar, ¿por qué motivo juntaron también con ella á Venilia, sino para que sin justa causa que persuadiese el culto divino y una religion necesaría, sólo por la voluntariedad de una alma contaminada con los vicios más detestables, se multiplicara la invocación de los demonios?

Pero salga á luz la exposición de la famosa teología, que, dando su razón, reprima esta reprensión. «Venilia, dice, es la onda que viene á la orilla, y Salacia la que vuelve al mar.» ¿Por qué razón, pues, forman dos diosas siendo una la onda que va y viene? En efecto, esto es un antojo quimérico y una liviandad extremada que hierve como un estero por hacer muchas adiciones; pues aunque el agua que va y viene no sean dos, con todo, con ocasión de esta ilusión, convidando á los demonios se profana más el alma que va á los infiernos y no vuelve. Por vida vuestra, Varrón, ó vosotros que habéis leído los libros de estos hombres tan doctos y presumís que habéis aprendido una doctrina admirable, interpretando esto; no quiero decir conforme á aquella eterna é inmutable naturaleza, la cual es solamente Dios, sino siquiera según el alma del mundo y sus partes, que tenéis vosotros por verdaderos dioses. Como quiera es error más tolerable hicieseis que fuera vuestro dios Neptuno, aquella parte del alma del mundo que discurre por el mar; pero que sea posible que la onda que se dirige á la costa y la que vuelve al mar sean dos partes del mundo; ¿quién de vosotros está fuera de sí,