Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/42

Esta página no ha sido corregida
40
San Agustín

porada, y estando triste la tierra con su ausencia, de esta esterilidad nació una nueva opinión y fama que el Orco se había llevado á la hija de Céres, esto es, á la fecundidad que de Proserpendo se llamó Proserpina, y que la detuvo por algún tiempo en los infiernos: cuyo suceso fatal, como le celebrasen con tristeza y llanto público, y volviese nuevamente la misma fecândidad, restituída Proserpina, renació la alegría, por cuyo motivo se le instituyeron sus peculiares solemnidades.» Dice después: «que se practican muchas ceremonias en sus sacrificios y festividades que no pertenecen sino precisamente á la invención de las mieses.»



CAPÍTULO XXI

De la torpeza é ignominia de los sacrificios que celebran á Libero.


Pero los sacramentos de Libero, á quien hicieron presidente de las simientes líquidas, y por esta razón no sólo de los licores de los frutos de la tierra, entre los cuales obtiene también el primer lugar el vino, sino también de las semillas y producciones de los animales, ¿no llegaron á un estado de torpeza y abominación la más execrable? Aunque me pesa insinuarlo por ser demasiadamente prolijo, sin embargo, no lo siento, sólo por quebrantar la arrogante insolencia de estos fanáticos. Entre otras cosas, que me es preciso omitir por ser muchas, refiere «cómo en las plazas y lugares públicos de Italia se celebraron unos sacrificios y juegos consagrados á Libero con tanta desenvoltura y deshonestidad, que en honra suya reverenciaban las partes pudorosas del hombre; y esto no en lugar secreto y escondido que tuviera siquie-