dos, explicándose con estas palabras: «para (1) esperar la vida eterna que nos prometió Dios, que no miente, antes de los tiempos eternos, y nos cumplió y manifestó á su tiempo su palabra». Y ved aquí, como dice, que hubo anteriores tiempos eternos, los cuales, sin embargo, no fueron coeternos á Dios, supuesto que no sólo el Señor era antes de los tiempos eternos, sino que también nos prometió la vida eterna, la cual nos manifestó á sus tiempos, esto es, á los tiempos convenientes: ¿y qué otra prenda más segura que su palabra? porque esta es la vida eterna; pero como lo prometió, ya que lo.promotió efectivamente á los hombres, que aun no eran, antes de los tiempos eternos, sino porque en su misma eternidad y en su misma palabra y Verbo coeterno al mismo Dios, estaba ya, mediante la alta predestinación, establecido y decretado lo que á su tiempo había de ser.
CAPÍTULO XVII
Tampoco pongo duda en que antes que Dios criase al primer hombre jamás hubo hombre alguno, ni tampoco que él mismo volviese, no sé con qué circuitos ó rodeos, ni al cabo de cuántas revoluciones, ni otro alguno semejante á él en naturaleza; ni de esta fe ni (1) San Pablo, ep. á Tito, cap. I. In spem vite eterna, quam promisasit non mendax Deus ante tempora æterna manifestavit autem temporibus suis Verbum suum.