CAPÍTULO XIV
Pero á Mercurio y á Marte, ya que no hallaron medio para referirlos y acomodarlos entre algunas partes del mundo y entre las obras de Dios que se observan en los elementos, pudieran acomodarlos siquiera entre las operaciones de los hombres, designándolos por presidentes y ministros de la habla y de la guerra, y el uno de estos, que es Mercurio, si tiene la potestad de infandir el habla igualmente á los dioses, tendrá dominio también sobre el mismo rey de los dioses, si es que Júpiter habla conforme á su voluntad y albedrío, ó toma de él la virtud y facultad de hablar, lo cual ciertamente es un disparate. Si dijeren que sólo se le atribuye la facultad de conceder la habla á los hombres, no es creible quisiese Júpiter humillarse al oficio vil de dar de mamar, no sólo á los niños, sino también á las bestias, por lo que se llamó Rumino, y se resistiese á que le tocase el cuidado y cargo de nuestra lengua, con que nos aventajamos á los irracionales. Conforme á esta doctrina se deduce que uno mismo es Júpiter y Mercurio; y si la misma habla se llama Mercurio, como lo demuestran las interpretaciones que han escrito sobre la etimología y derivación de su nombre, y por eso dicen se llamó Mercurio, como que corre por medio, por cuan to la habla corre por medio entre los hombres; y por lo mismo se llamó Hermes en griego, porque la habla ó la interpretación, que sin duda pertenece á la habla, se llama. Hermenia, por cuyo motivo preside sobre las mercaderías; porque entre los que venden y compran andan de por medio las, palabras. Y esta es la causa por que le ponen alas sobre la cabeza y en los pies, que-