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La ciudad de Dios

eficientes que atribuyen á Júpiter, pues así como no se face cosa alguna, así tampoco se empieza á hacer alguna á que no haya precedido su causa eficiente, y realmente si á. este dios, en cuya suprema potestad están todas las causas de todas las naturalezas hechas y de las cosas naturales llaman los gentiles Júpiter, y le reverencian con tantas ignominias y tan abominables culpas, más sacrilegos son que si no le tuviesen por dios; y, así, más acertadamente operarían subrogando ó poniendo á otro que mereciera y le cuadrara aquella torpe y obscena veneración el nombre de Júpiter, colocando en su lugar algún objeto vano de que blasfemaran, como dicen que á Saturno le pusieron una piedra para que la comiese. en lugar de su hijo, que no decir que este dios truena y adultera, gobierna todo el mundo y comete tantos estrupos, y que tiene en su mano las causas sumas de todas las naturalezas y cosas naturales, y que las suyas no son buenas; asimismo pregunto: ¿qué lugar dan entre los dioses á Júpiter,. si Jano es el mundo?: Porque, según la doctrina de este autor, el alma del mundo y sus partes son los verdaderos dioses, y así, todo lo que esto no fuere, según estos, sin duda no será el verdadero dios. ¿Dirán por ventura que Júpiter es el alma del mundo y Jano su cuerpo, estó es, este mundo visible? Si así lo persuaden, no habrá motivo para poder decir que Jano es dios, porque el cuerpo del mundo no es dios, aun según su mismo sentir, sino el alma del mundo y sus partes; por lo que el mismo Varrón dice claramente que su opinión es que dios es el alma del mundo, y que este mismo mundo es dios; pero que así como el hombre sabio, constando de alma y cuerpo, sin embargo se dice sabio por el alma que le ennoblece, el mundo se dice dios por la misma alma, constando, como consta también, de alma y cuerpo; de que se infiere que el cuerpo solo del mun-