cipios y fines de las cosas temporales, con todo, debía ser preferido y más honrado Término: porque es indecible el contento que se experimenta cuando una cosa se pone en su fin y perfección, mediante que los principios siempre están llenos de dificultades hasta que se conducen a buen fin, el cual principalmente atiende, procura, espera, y sumamente desea el que empieza alguna cosa, y no se ve contento y satisfecho con lo comenzado, si no lo acaba y perfecciona.
CAPÍTULO VIII
Pero salga ya al público la interpretación del simulacro de Jano Bifronte, ó de dos caras: dicen que tiene dos, una delante y otra á las espaldas, porque el hueco de nuestra boca, cuando la abrimos, parece semejante al mundo, y así al paladar los griegos le llamaron Uranon, y algunos poetas latinos aseguran le llamaron Cielo. Desde este hueco de la boca se ve una puerta ó entrada de la parte de afuera hacia los dientes, y otra de la parte de adentro hacia el gaznate. Ved aquí en lo que ha parado el mundo por adaptar el nombre, ó griego ó poético, que significa nuestro paladar; pero esto ¿qué tiene que ver con el alma? ¿Qué paridad corre con la vida eterna? Adórese á este dios por solas las salivas, supuesto que ambas puertas del paladar se abren debajo del cielo, ya para tragarlas y ya para expelerlas.
¿Y qué mayor absurdo que no hallar en el mismo mundo dos puertas contrapuestas una enfrente de otra, por