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La ciudad de Dios

de este libro, donde veremos si por las interpretaciones fisiológicas puede referir á esta teología natural la civil, que fué la última donde escribió de los dioses escogidos, que, si puede hacerlo, toda será natural. ¿Y qué necesidad había de distinguir con tanto cuidado la ci vil de ella? Y si la distinción fué buena, supuesto que ni la natural, que tanto le contenta, es verdadera, porque se extiende únicamente hasta el almą, y no hasta el verdadero Dios, que crio la misma alma, ¿cuánto más despreciable será y falsa la civil, pues se ocupa principalmente en disertar acerea de la naturaleza de los cuerpos? como lo mostrarán sus mismas interpretaciones que con tanta exactitud y escrupulosidad han examinado y referido estos espíritus fanáticos, de las cuales necesariamente habré de referir alguna particularidad para que sean más notorias sus preocupaciones.



CAPÍTULO V

I.


De la opinión de Varrón como pensó que Dios era el alma del mundo, y que, con todo, en sus partes tenía muchas ánimas, y que la naturaleza de éstas es divina.

Dice, pues, el mismo Varrón hablando en el prólogo todavía de la teología natural, que él es de opinión que dios es el alma del mundo á quien los griegos llaman Kosmos, y que este mismo mundo es dios; pero que así como el hombre sabio, constando de cuerpo y almase dice sabio por aquella parte del alma que le ennoblece, así el mundo se dice dios por la misma parte del alma, por cuanto consta de alma y de cuerpo: aquí pa rece confiesa, como quiera, un dios; mas por introducir tambien. otros muchos, añade que el mundo se di

Tomo II.
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