con que son felices es su Dios, que es por quien fueron criados, porque gozan sin alteración ní disminución alguna, y sin recelo de perderle jamás, de su participa ción y contemplación.
CAPÍTULO XXIII
Si los platónicos se complacen más de llamar á los ángeles dioses que demonios y de colocarlos entre los dioses, de quienes escribe su maestro Platón que los crió el sumo Dios, díganlo de modo que les agrade, porque no hay que molestarse ni reparar respecto de ellos, en la disputa sobre el nombre: mediante á que si dicen que en tal conformidad son inmortales que confiesan llanamente que los crió el sumo Dios, y que son bienaventurados, no por sí mismos, sino por unirse con su Criador, dicen lo mismo que nosotros, llámenles como gusten: que este sea el dictamen de los Platónicos ó de todos, ó de los más sabios, se puede indagar ó hacer constar por sus mismos libros, por cuanto aun en la expresión del nombre con que llaman dioses á estas criaturas inmortales y bienaventuradas, no hay discrepancia notable entre ellos y nosotros: pues leemos también en nuestras sagradas letras (1), «el Señor Dios de los dioses se lo dijo»: y en otra parte (2), «confesad y alabad al que es Dios de los dioses»: en otro lugar (3), «rey (1) Salmo 49: Deus Deorum Dominus locutus est.
Salmo 135: Confitemini Deo Deorum.
Salmo 94: Rex magnus super omnes Deos.