indigna la malicia de los demonios, pues en la miseria del ánimo pasivo les cupo, no cuerpo mortal como á los hombres, sino eterno: porque, efectivamente, serían más felices que los hombres si tuvieran con ellos el cuerpo mortal, y con los dioses el alma bienaventurada, y fueran iguales con los hombres si con ánimo miserable por lo menos merecieran también tener con ellos el cuerpo mortal, si adquirieran algún tanto de piedad, de rodo que llegaran á conseguir el descanso de los trabajos siquiera en la muerte: pero no solamente son más felices que los hombres teniendo un ánimo miserable, sino que son aun más miserables con la perpetua prisión del cuerpo: y no quiso que imaginasen que venían á convertirse de demonios en dioses, cursando y aprovechando en la práctica de operaciones piadosas y prudentes, supuesto que dijo expresamente que los demonios eran eternos.
CAPÍTULO XI
Dice también que las almas de los hombres son de monios', y que de hombres se hacen lares, si son de buen mérito, y si de malo lemures ó larvas, y que cuando se ignora si tienen buenos ó malos méritos, entonces se denominan dioses Manes: con cuya opinión, ¿quién no advierte, por poco que quiera atenderlo, el abismo que descubren para perseverar en la mala y perversa vida y costumbres? Pues por más perversos y abandonados que sean los hombres, creyendo que