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La ciudad de Dios

dispuso esta distinción y elección de los dioses, ¿por qué la diosa Pecunia no fué preferida á Minerva, cuando por el dinero hay tantos artífices? Si esta distribución ea de algunos pocos sabios, ¿por qué motivo.no fué antepuesta la Virtud á Venus, siendo así que la razón preflere á aquélla por muchos y muy justificados títulos? Por lo menos seguramente, como dije, la misma Fortuna (que según opinan los que la conceden facultades tan amplias) domina sobre todas las cosas, celebra y sepulta en el silencio á un mismo tiempo todas las cosaa, más por liviandad suya que por justa causa. Y si tuvo tanto valimiento y poderío sobre los mismos dioses, que conforme á la temeridad y voluntariedad de su antojo ensalzó á los que quiso y obscureció á quienes le agradó, debería tener el primer lugar entre los escogidos aquella misma que sobre los mismos dioses ejercía una potestad tan singular y totalmente independiente. Pero, si no pudo conseguir lugar tan preeminente, ¿qué otra suerte sufrió la Fortuna sino la de que se juzgase con justo motivo que tuvo fortuna adversa?

Ciertamente fué contraria de sí misma aquella que, haciendo á otros ilustres y dichosos, no se ennobleció ni procuró su mayor elevación.



CAPÍTULO IV

Que mejor se portaron con los dioses inferiores, quienes no son infamados con oprobio alguno, que con los selectos, cuyas increibles torpezas se celebran en sus funciones.


Todo el que fuese deseoso de la humana gloria y alabanza congratularía á estos dioses selectos, y los llamaría afortunados si no los viese escogidos más para su-