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San Agustín

diosas madres. Si la Felicidad no mereció quizá lugar entre los dioses escogidos, por cuanto estos llegaron á alcanzar esta nobleza, no por sus méritos, sino por acaso; á lo menos pusieran entre ellos, ó, por mejor decir, antes que á ellos, á la Fortuna, supuesto que dicen que esta diosa suele dar sus dones y beneficios, no tanteando y midiendo proporcionalmente lo que se debe á cada uno conforme á razón, sino temerariamente y por acaso, como le viene á cada uno. Esta debía tener el supremo lugar entre los dioses escogidos, ya que en ellos mismos manifestó especialmente su poder ilimitado, mediante á que los vemos escogidos, no por más virtud, no por más felicidad consistente en la razón, sino Begún sienten de ella los que la adoran, por la temeraria é inconstante potestad de la fortuna, porque hasta el elocuente Salustio quizá puso la míra en los mismos dioses cuando dijo: «que realmente sobre todo tiene dominio la fortuna.» Esta es una admirable cualidad que á todas las cosas las celebra ó las sepulta en perpetuo olvido, más porque se la antoja que por justo motivo; sin embargo, no pueden descubrir la causa por que fué celebrada Venus y desechada la Virtud, siendo así que á ambas consagraron como á deidades, y que sus méritos no deben compararse respectivamente entre sí: ó si ésta mereció ser ennoblecida, ¿por qué muchos apetecen más á Venus que á la Virtud? ¿Por qué causa fué elogiada la diosa Minerva y olvidada la diosa Pecunia?

Mediante á que discurriendo por todo el género humano, á algunos halaga y lisonjea más la avaricia que la pericia; y en estos mismos, que son tan artificiosos, rara vez hallarás un hombre que no ponga todo su estudio y haga consistir su arte venal en el estipendio pecuniario, pagándose siempre más por lo que se hace alguna cosa, que lo que se ejecuta por alguna maniobra.

Si por el juicio de la multitud insipiente é ignorante se