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LIBRO SEGUNDO



CAPÍTULO I

Del método que se ha de observar en exponer este tratado.


Si el pervertido y estragado corazón del hombre no se atreviera comúnmente á oponerse á la razón y á la verdad sólida y evidente, sino que sujetara su enferma ignorancia á la doctrina sana, como á medicina importante, hasta que con los auxilios de Dios, y mediante la fe de la religión y de una piedad edificante recobrara la salud, no tendrían necesidad de emplear muchas razones los que sienten bien, y declaran lo que entienden con palabras congruentes, para convencer y destruir cualquier error de los que opinan vanamente lo contrario. Mas porque en la presente época la dolencia más incurable y más contagiosa de los ánimos estólidos es aquella con que sus discursos é imaginaciones sin razón ni fundamento, aun después de haberles dado una instrucción tal cual está obligado á suministrar un hombre á otro, ó de pura ceguedad, que les impide ver aun los objetos más perceptibles, ó por su tenaz obstinación, que le impele á no admitir aun aquello mismo que registran sus ojos, defienden sus temerarios caprichos, como si fueran la misma razón y verdad, es fuerza que en la mayor parte de las materias que hayan de proponerse seamos copiosos y largos, aun en los asun-