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San Agustín

movimientos de los animales irracionales, con los que practican ciertas acciones según su naturaleza, cuando apetecen alguna cosa buena ó mala, ó la evitan: y también se dicen voluntades las de los ángeles, digo ya sean de los buenos, que llamamos angeles de Dios, ya de los malos, á quienes denominamos ángeles del díablo, y también demonios: asimismo las de los hombres, es á saber, de los buenos y de los malos, de lo cual se deduce que no son causas eficientes de todo lo que se hace, sino las voluntarias de aquella naturaleza, que es espíritu de vida: porque el aire elemental ó viento se llama igualmente espíritu, mas porque es cuerpo no es espíritu de vida. El espíritu de vida que vivifica todas las cosas, y es el criador de todos los cuerpos y espíritus criados, es el mismo Dios, que es espíritu no criado ó increado. En su voluntad se reconoce un poder absoluto, que dirige, ayuda y fomenta las voluntades buenas de los espíritus criados, las malas juzga y condena, todas las ordena, y á algunas da potestad y á á otras no; porque así como es criador de todas las na turalezas, así es dador y liberal dispensador de todas las potestades; no de las voluntades, porque las malas voluntades no proceden de Dios, en atención á que son contra el orden de la naturaleza que procede de él. Así que los cuerpos son los que están más sujetos á las voluntades, algunos á las nuestras, esto es, á las de todos los animales mortales, y más á las de los hombres que á las de las bestias; y algunos á las de los ángeles, aunque todos principalmente están subordinados á la voluntad de Dios, de quien también dependen todas sus voluntades, porque ellas no tienen otra potestad que la que él les concede. Por eso decimos que la causa que hace y no es hecha; ó mas claro, es activa y no pasiva, es Dios; pero las otras causas hacen y son hechas, como son espíritus criados, y especialmente los racio-