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Esteban Echeverría

Sin mirar al rededor?
¡Ved, que las puntas ufanas
De sus lanzas, por despojos,
Llevan cabezas humanas,
Cuyos inflamados ojos.
Respiran aún furor!

Así el bárbaro hace ultraje
Al indomable coraje
Que abatió su alevosía;
Y su rencor todavía
Mira con torpe placer,
Las cabezas que cortaron
Sus inhumanos cuchillos,
Exclamando: "ya pagaron
Del cristiano los caudillos
El fendo a nuestro poder.

Y los ranchos[1] de vivieron
Presa de las llamas fueron,
Y muerde el polvo abatida
Su pujanza tan erguida.
¿Dónde sus bravos están?
Vengan hoy del vituperio,


  1. Ranchos, cabañas pajizas de nuestros campos.