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Esteban Echeverría

Esparcia, misteriosa
Sombra dando a su color.

El aura moviendo apenas,
Sus olas de aroma llenas,
Entre la yerba bullia
Del campo que parecía
Como un piélago ondear.
Y la tierra contemplando
Del astro rey la partida
Callaba, manifestando,
Como en una despedida,
En su semblante pesar.

Sólo a ratos, altanero
Relinchaba un bruto fiero
Aquí o allá, en la campaña;
Bramaba un toro de saña,
Rugía un tigre feroz:
O las nubes contemplando,
Como estático y gozoso,
El yajá[1] de cuando en cuando


  1. El P. Guevara hablando de esta ave, en su historia del Paraguay, dice:

    El "yahå" justamente le podemos llamar el volador y centinela. Es grande de cuerpo y de pico pequeño. Su color es ceniciento con un collarín de plumas blancas que le rodean. Las alas están armadas de un espolón