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Aquí están las piedras; allí los herbarios.

—«No vayan á romper esos frascos!»

—«¿Es esta la víbora de cascabel?»

—«¡Qué linda rana!»

—«¿Qué pescadito es este?»

—«Aquí hay huesos humanos.»

—»¿Y estos cacharros?»

Los amigos y parientes acaban de leer la noticia de la llegada y aumentan la rueda. Los compañeros transfigurados, ya sin barba, y en posesion de sus actitudes urbanas, asisten á la supresion del mantel, pieza que no figuraba en las cenas de los bosques.

Todos hablan, todos preguntan, todos responden, y la animacion del cuadro parece no debiera concluir.

Una mano infantil y traviesa levanta un cráneo y lo muestra á los circumstantes. Los competentes se apoderan de él, lo miran, lo examinan, y declaran que pertenece á una raza indígena y sin mezcla.

—«A propósito» — dice Alberto— «tengo algo que te puede ser útil.»

—«¿De qué se trata?

—«En casa de una familia de mi relacion, vivía, hace algun tiempo, un estudiante de Medicina, que ha dejado allí una bolsa de huesos, y no saben qué hacer con ella despues de haberse retirado él; ¿los quieres?»

—«Mándamelos; no faltará algun estudiante á quien le puedan servir.»