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VII.


MEJORES Ó PEORES.

He visto seres humanos á los que la bala ó el acero desplomaran hiriéndolos en el corazon; he visto fulminados por el aneurisma ó por el rayo; pero me faltaba observar una víctima de la sorpresa en su grado extremo.

Al oir su nombre, Clara dió un rugido sordo, y levantando los brazos los dejó caer de pronto, mientras daba una media vuelta rápida, y, con las rodillas flojas, tocaba casi la tierra.

Un movimiento de resorte la hizo levantarse instantáneamente.

Ya estaba yo á su lado.

Muda de asombro, y pálida como el cadáver de Saturnino, se apoyó contra un pilar de la reja y miró á todos lados.

—«¿Me conoce usted?»

—«¡Sí!»-respondió haciendo un esfuerzo.

—«¿Me crée capaz de traicionarla ó de venderla?»