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Despues de oirle, continué callado.

—«¿Qué piensas»—me preguntó al fin.

—«Estaba coordinando los datos, y me parece tan dificil llegar á un diagnóstico preciso, como lo ha sido para ustedes. Creo tambien que debe hacerse la autopsia.»

—«¿No te parece»—preguntó el Doctor—«que, admitiendo la accion de un veneno, se encuentra algo de acumulacion, como sucede con la estricnina?»

—«Nó, no veo tal acumulacion; lo que veo es que ningun veneno de los conocidos produce el cuadro que con tanta claridad has presentado á mi entendimiento. Esa historia es digna de ser escrita, y, una vez terminada, debes leerla á los médicos y estudiantes que hayan visitado á la víctima durante su enfermedad, para que ellos te la observen, agregando cualesquiera datos que se te hubiesen escapado, y publicarla junto con los resultados de la autopsia. ¿Sería posible ver el cadáver?»

—«¿Por qué no?»

—«Tenía familia?»

—«Sí; pero no estaba, ni está en Buenos Ayres. Cuando quieras nos pondremos en marcha.»

Y el doctor Varolio penetró en las piezas interiores, donde oí su voz.

Aprovechando aquella oportunidad, dije á Manuel que tuviese mucho cuidado y que no me hiciera observacion de ninguna especie; que todos los datos que reuniera los guardara para mas tarde, y que,