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VI.


OTRA VÍCTIMA.

Más tranquilo ya, y resuelto para mí el problema casi definitivamente, es decir, satisfecha hasta cierto punto la curiosidad que me había consumido y pensando que era necesario encontrar á Antonio Lapas en alguna parte, para arrancarle su secreto, y con la semiconviccion de que Mariano N. y Nicanor B., estudiantes de Medicina, estaban representados por los esqueletos que ya conocemos, pude entregarme á las tareas habituales, tanto más cuanto que era necesario no distraerme de ellas por algun tiempo y terminar la comenzada obra de viaje, pues los colaboradores habian dado fin á sus monografías y sólo faltaba mi parte para que el libro fuese á la estampa.

Cierto dia, sinembargo, vino Manuel á verme. Traía un manuscrito que leí con interés: sus investigaciones sobre los cráneos. En el fondo, no discrepaban de lo que ya me había dicho; pero amplia-