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extrañas, que seria ridículo se las comunicara. Vea: lo único que puedo anticiparle, es esto, que, más que una sospecha, se vá transformando en convicción: la bolsa de huesos que yo tengo fué olvidada por Antonio Lapas en lo del Señor Equis, y, segun lo averiguado por el Doctor Pineal, el esqueleto que él tiene fué olvidado tambien, dentro de una bolsa, en la casa á la cual vamos, por el mismo jóven. Este doble olvido es una cosa muy extraña.»

—«¿Y la conviccion?»

—«Lo que le digo: que es una cosa muy extraña.»

—«Pero entónces yo también la tengo.»

—«Mejor! ¿Se imagina que haya tres personas en el mundo que la tengan en este asunto?

—«Bueno; usted habla en tono de broma.»

—«¿Quiere entónces que me eche á llorar? Le voy á comunicar, sinembargo, una cosa. Si llegara á adquirir una conviccion definitiva respecto de Antonio Lapas, y á transformar en certeza lo que ahora no es más que posibilidad, me guardaría muy bien de comunicarlo á nadie, porque, para mi, es un tipo extraordinario que necesito conocer bien.»

—«Entónces, si usted llega á reservarse eso, yo tambien me reservaré una observacion de diferencia que existe en los dos cráneos, y que, más tarde, podría serle muy útil si la conociera.»

—«Lo cual sería una prueba de la inspiracion con que me ayuda.»