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—«¿Y la familia?»

—«Está en Montevideo.»

—«Y ¿no te ha escrito?»

—«Tú sabes que mi relación con ella es muy limitada, y á Mariano lo conocí cuando me lo presentaste.»

—«Averíguame un poco .... mira ¿porqué no escribes ahora mismo? Procura conseguirme noticias de Mariano.»

—«¿Nada más?

—«Nada más.»

—«Entónces, caballeros, con permiso de ustedes....»

-«Señora....»

La señora se retiró.

—«Antonio vino á esta casa en el mes de Mayo,»—dijo el Señor Equis.

—«¿Antonio, se llamaba?»

—«Sí; y á Mariano no he vuelto á verlo desde principios del siguiente Junio.»

—«¿Que carácter tenía el jóven Mariano?»—preguntó Manuel.

—«El mismo que usted descubrió en esos dos cráneos que ha estudiado. ¡Esto parece horrible!»—dijo Equis.

—«Señor: usted se anticipa demasiado. Cuando la familia conteste, podrá pensar cualquier cosa; pero ántes nó, si me permite que se lo haga notar.»

—«Me parece que esta novela..... de todos mo-