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—«Tampoco yo; pero..... tú no has estudiado los caracteres individuales de ese esqueleto, porque, si lo hubieras hecho, habrías encontrado lo mismo que yo. Un cráneo como ese no es lo más vulgar sobre hombros humanos.»

—«Te prevengo que mi ignorancia en materia frenológica..... »

—«Corre parejas con la mía.»

—«No te lo quiero decir, porque tú eres un original y capaz de haber estudiado la ciencia de Gall y de Spurzheim.»

—«Puedes decir lo que quieras; pero he sido testigo de tales cosas, en lo que á esto se refiere, que me atrevo á sostener que nuestra ciencia médica, representada por sus dignos sacerdotes, comete más errores en el diagnóstico ó en el tratamiento, que un amigo mio á quien jamás le he visto cometer, como frenólogo, una sola equivocacion.»

—«Nuestras facultades han rechazado siempre la Frenología.»

—«Ni tú, ni yo, estamos llamados á modificar sus decisiones, porque, sin darles la razon, nos han dominado con su indolencia al respecto.»

—«¿De modo que piensas que en ella hay algo?»

—«Lo bastante para abrigar la conviccion de que somos unos ignorantes en esa cuerda.»

—«¿Necesitas este esqueleto?»

—«No; á tí es á quien necesito; pero no ahora, sino cuando llegue el momento.»