suele curiosearse en los abismos. Más que muerta, parecía hallarse en éxtasis.—'Así estaba Saturnieno!'-dijo un caballero involuntariamente y el Comisario le pidió su direccion. «Con la mano izquierda, crispada é invencible, epretaba un relicario de rubíes.»
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En un armario había ropas de mujer.
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«Su nombre era Antonio Lapas y muchos han creído que fuera un nombre de batalla, como el de Julian Martel ó el de Julian Gray.
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«Sobre una mesita, dos cartas.»
Una de esas cartas era para el Comisario.
La otra para mí. —«Si en las vicisitudes de la vida encuentra usted un niño desconsolado, ó más tarde un jóven afligido, y por último un hombre sin esperanza, colóquele la franca mano en la cabeza y despierte en su alma el rayo de la voluntad que no vacila. « Yo lo quiero.»
¡Pobre Clara! Tan linda y tan perversa!
Ignoro qué consecuencias podrá desenvolver el contenido de aquella carta; pero el Señor Equis, al que bien pronto le serán develados todos los horrores que él sospechaba, ha tenido la bondad de