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doroso que ha tenido Minerva ha sido el cerebro de Homero.»

—«Así me gusta verlo; descubriendo la doctrina en un arrebato de enojo.»

—«¡Enojo! El entusiasmo que se apodera de mí en el momento de cumplir la promesa que hice al Señor Equis.»

—«Hasta pronto.»

—«No se pierda.»

Dos días despues de este diálogo con mi amigo, los diarios de la mañana, en castellano, en aleman, en francés, en inglés y en italiano, ofrecían á sus lectores la siguiente noticia policial:

«Sorpresa.—En una casa de la calle tal, cerca de la estacion Centro-América, ha sido hallado, muerto en su cama, un jóven que pasaba por estudiante de Medicina, y que no lo era, segun las averiguaciones llevadas á cabo por el Comisario de la seccion. Al examinarlo el Médico de Policía ha quedado perplejo, por haber encontrado, bajo un disfraz masculino, la mujer mas soberanamente linda que han visto ojos humanos. Al suprimirle un pequeño bigote postizo que velaba su labío superior, ha quedado al descubierto una boca delicada que modelaba las curvas de un beso. Al separarle unos grandes anteojos oscuros todos los circumstantes se han extremecido, declarando que en la vida se habían sóñado ojos iguales. Negros, profundos y aterciopelados, invitaban á asomarse por ellos, como