La industria alfarera no alcanzó sino un limitado desarrollo entre las agrupaciones indígenas que habitaron los territorios patagónicos. En el momento histórico de la llegada de los primeros descubridores (1520), ya los indios fabricaban tiestos de barro. Uno de los salvajes salidos al encuentro de Magallanes, cuando su escuadrilla fondeó en el puerto de San Julián, llevaba consigo una pequeña ollita[2]. Sin embargo, el uso de la alfarería no se había difundido en todos los clanes. Así por ejemplo, cuando en 1525 llegaba á las costas patagónicas la armada de García Jofre de Loaysa, uno de los expedicionarios, el clérigo Juan de Areizaga, tomado prisionero por los Patagones, pudo observar en la rápida visita que hizo á las tolderías de éstos, que para beber agua se valían de groseros recipientes fabricados con cuero[3].
Los navegantes que con posterioridad siguieron las huellas de Magallanes y tentaron de hacer mayores descubrimientos en las regiones australes, no mencionan el uso de objetos de barro, y recien en 1670, los concienzudos viajeros Wood y Narborough hablan en sus relaciones de la visita á un lugar donde se había fa-
- ↑ Sólo me ocupo en el presente estudio de los hallazgos verificados en el territorio que se extiende al sur del paralelo 42º, y no lo hago para aquellos hechos en la región comprendida entre el mencionado paralelo y el Río Negro, pues creo es una zona arqueológica dudosa. En una próxima memoria explicaré con amplitud mis dudas á ese respecto.
Debo de agradecer infinito á mi respetado maestro el doctor Florentino Ameghino, Director del Museo Nacional de Buenos Aires, el decidido concurso que me ha prestado, al facilitarme, para, que pueda utilizarlas en la presente monografía, las innumerables alfarerías recogidas en Patagonia por su hermano Carlos Ameghino, el distinguido explorador que todos apreciamos. - ↑ Antonio Pigafetta, Primo viaggio intorno al globo terracquo ( edic. 1800), 27.
- ↑ Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdéz, Historia general y natural de las Indias, II, 41.